la religión azteca era politeísta, aunque solo profesaban culto a unas pocas divinidades principales. Los dioses más importantes tenían relación con el ciclo solar y agrícola. Algunos de ellos eran Tezcatlipoca (dios de la noche y de los guerreros), Quetzalcoátl (creador del hombre y protector de la vida y la fertilidad), Huitzilopochtli (dios del Sol y la guerra) y Tláloc (dios de la lluvia y el trueno). En la religión azteca los sacrificios humanos eran muy corrientes.
RELIGIÓN
DIOSES
HUITZILOPOCHTLI: dios de la guerra, la sabiduría y el poder, lo identifican con la serpiente. Precursor del verano, la estación de los relámpagos y la fertilidad. Se le honraba en el decimoquinto mes azteca, en una ceremonia en la que el sacerdote atravesaba con una flecha una masa preparada con sangre de personas sacrificadas para tal ocasión.
TEZCATLIPOCA: Era una de las deidades principales y representante del principio de dualidad. Portaba un espejo en el que se reflejaban los hechos de la humanidad. Divinidad aérea y llegó a asociarse posteriormente con la fortuna y con el destino de la nación azteca. La fiesta más importante consagrada a Tezcatlipoca era el Tóxcatl, que se celebraba en el mes quinto.
QUETZALCÓATL: “la serpiente emplumada”. Padre de los toltecas. Está relacionado con la enseñanza de las artes y, por tanto, actúa como introductor de la civilización. Sus devotos, para venerarlo, se sacaban sangre de las venas que están debajo de la lengua o detrás de la oreja y untaban con ella la boca de los ídolos. La efusión de sangre sustituía el sacrificio directo.
TLÁLOC: dios de la lluvia, casado con Chalchiuhtlicue, diosa del agua, a la que se solía representar con la imagen de una rana, y con la que tuvo muchos hijos: los tlalocas o nubes. Vivía en un paraíso de aguas llamado Tlalocan, donde iban los que habían muerto en inundaciones, fulminados por un rayo o enfermos de hidropesía, que allí disfrutaban de una felicidad eterna. Le ofrecían niños y doncellas en sacrificio. Los campesinos, en previsión de sequías, hacían fabricar ídolos a imagen de Tláloc y los veneraban ofrendándoles maíz y pulque.
CHICOMECOÁTL: La diosa principal de la agricultura, otra forma de la deidad del agua, Chalchiuhtlicue. Su festival se celebraba entre junio y julio, cuando la planta del maíz había madurado completamente
CINTEOTL: Otro dios relacionado con la agricultura, se identificaba con partes del maíz.
XOLOTL: dios del lucero de la tarde, representaba las formas ascendentes y descendentes del fuego. Dios monstruoso, aparece en algunas de sus representaciones con las cuencas de los ojos vacías porque, según la leyenda, al sacrificarse los dioses para dar vida al nuevo Sol, se puso tan triste y lloró tanto que los ojos se le cayeron de las órbitas.
TLAZOLTEOTL: diosa de la inmundicia, la lujuria y el deseo, absolvía a los fieles de sus faltas o pecados; representaba la basura, el abono y, por tanto, la fecundidad de la tierra.
MICTLANTECUHTLI: dios de las tinieblas y la muerte. Vivía en una región del Mictlán, en el Ombligo de la Tierra; a este lugar iban los muertos que no merecían ninguno de los diversos grados de cielos, y su castigo era el tedio.
MITOS AZTECAS
EL MITO AZTECA DE LA CREACIÓN: El monstruo de la tierra
Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se da a la tarea de crear a los primeros hombres.
LA LEYENDA DEL QUINTO SOL
Según otro mito conocido como "La leyenda del quinto sol", en el principio, todo era negro, sin vida, muerto. Los Dioses se reunieron en Teotihuacan planteándose la cuestión de quién tendría la carga de crear al mundo, para lo cual uno de ellos se tendría que arrojar a una hoguera. Dos de ellos fueron seleccionados como víctimas para tal fin.
Sin embargo el más fuerte y vigoroso, al momento de lanzarse a la hoguera, retrocede ante el fuego; por lo que el segundo, un pequeño dios, humilde, se lanza sin vacilar al fuego, convirtiéndose en el Sol. Al ver esto, el primer dios, sintiendo coraje, decide arrojarse a la hoguera, convirtiéndose en la Luna.
Aun así, los dos astros siguen siendo inertes en el cielo y es indispensable alimentarlos para que se muevan. Entonces otros dioses deciden sacrificarse y dar el "agua preciosa" que es necesaria para crear la sangre. Por lo tanto, se obliga a los hombres a recrear eternamente el sacrificio divino original.